Desde hace unos años el concepto de inteligencia emocional está en auge. Poco a poco nos hemos ido concienciando de que no solo las personas con una alta capacidad intelectual son aquellas que brillan o triunfan en la vida. Hay otro conjunto de habilidades que determinan claramente el éxito tanto a nivel laboral, como social y familiar.
Estas destrezas tan relevantes, además de auto-control emocional y gestión de las frustraciones y perseveración en el desempeño de las tareas, tienen que ver con el hecho de motivarse a uno mismo, regular el propio estado de ánimo y ser competentes para empatizar y confiar en otras personas. La mala noticia sobre esto es que, como pasa con la capacidad intelectual, en parte están determinadas genéticamente y cada uno venimos con «un paquete de serie». Pero también hay un buen dato y es que, como cualquier habilidad, todas ellas pueden ser entrenadas y aprendidas.
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