Debido a que las empresas guardan propiedad intelectual e información confidencial en sistemas conectados a la red, las operaciones  de espionaje son más fáciles de implementar y pueden ser mucho más gratificantes para los perpetradores. Información es poder, de manera que cuando un ciberdelincuente roba información, el robo puede neutralizar cualquier ventaja de la que disfrutaba el propietario original de los datos.

¿Hay alguna organización a salvo? La simple respuesta es no. Incluso las empresas más pequeñas pueden ser objeto de ataque directo por la información valiosa o confidencial que poseen, desde datos bancarios de clientes, hasta información de proveedores o incluso datos que se pueden utilizar para ayudar a organizar un ataque contra una empresa más grande.


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